En el corazón del noroeste argentino, la Quebrada de Humahuaca se transforma durante la Semana Santa en un escenario de profunda devoción y rica tradición cultural. Este sitio, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2003, acoge una celebración que fusiona influencias indígenas, prehispánicas y españolas, creando un tapiz cultural único en el mundo. En este contexto, la figura de la Mamita de los Cerros, también conocida como la Virgen de Copacabana del Abra de Punta Corral, se erige como un símbolo central de la fe y la cultura en Tilcara.
La Mamita de los Cerros es mucho más que una simple imagen religiosa; representa una fusión sincrética entre las antiguas creencias andinas y las influencias del catolicismo español. La tradición de las peregrinaciones a gran altitud, que tiene sus raíces en tiempos incaicos y preincaicos, refleja la conexión espiritual profundamente arraigada en los Andes. La devoción actual hacia esta Virgen es un testimonio vivo de esa mezcla cultural, simbolizando tanto la espiritualidad indígena como la fe cristiana.
Uno de los momentos más destacados de la Semana Santa en Tilcara es la peregrinación para traer la imagen de la Virgen desde su santuario, ubicado a 4,000 metros sobre el nivel del mar. Este evento es el más importante y concurrido del norte argentino, subrayando su enorme significancia cultural. Acompañando a la Virgen en su descenso, bandas de «sikuris» tocan instrumentos de viento tradicionales llamados sikus, una expresión cultural que añade una dimensión única a esta celebración religiosa. Con hasta 5,500 músicos participando, esta tradición musical enriquece la experiencia comunitaria y religiosa.
La figura de la Mamita de los Cerros también está rodeada de leyendas y creencias locales. Las tradiciones orales hablan de orígenes milagrosos, incluyendo la historia de su creación a partir de una misteriosa piedra blanca encontrada por un pastor. Se cree que el poder atribuido a la imagen proviene de esta piedra original, lo que resalta la convergencia de creencias indígenas y católicas en la región.
Además de su importancia espiritual, la figura de la Virgen juega un papel crucial en la dinámica social de la comunidad, abordando especialmente temas que afectan a las mujeres. Las procesiones y oraciones asociadas con La Mamita de los Cerros suelen enfocarse en temas de valores familiares, educación y derechos de las mujeres, reflejando así las preocupaciones contemporáneas dentro de un marco de tradición religiosa.
Otro aspecto esencial de la Semana Santa en Tilcara es el Via Crucis, que se lleva a cabo en las calles del pueblo y cuenta con la participación activa de toda la comunidad. Las estaciones del Via Crucis están marcadas por ermitas, elaborados altares decorados con motivos florales y religiosos, creados por las familias locales. Estas ermitas no solo son una expresión de devoción, sino también una manifestación artística que refleja el compromiso de la comunidad con la tradición. La creación de estas ermitas a menudo involucra una amistosa competencia entre familias, destacando tanto la habilidad artística como el sentido de unidad y participación en la celebración.
La Semana Santa en Tilcara, con la Mamita de los Cerros en su centro, y el Via Crucis acompañado por las ermitas, es un claro ejemplo de cómo el paisaje, la fe y el patrimonio cultural se entrelazan para crear una tradición única y perdurable. Este fenómeno no solo es un testimonio de la resistencia de las costumbres locales, sino también de la naturaleza dinámica de la expresión cultural en una región que sigue navegando entre su pasado ancestral y su presente contemporáneo.